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Inicio >> Valsequillo >> Cuevas Blancas - El Rincón (Ruta nº27)
Ruta 19: Picogorra - Tenteniguada

Cuevas Blancas - El Rincón

CARACTERIZACIÓN GENERAL. La vegetación juega un papel fundamental en cada uno de los tramos de este sendero que, en primavera, estalla en explosión multicolor con la floración de las distintas especies vegetales, muchas de ellas endémicas de la zona. El amarillo de la retama (Teline mycrophilla), el azul del tajinaste (Echium callithyrsum), el naranja del bicácaro (Canarina canariensis), el blanco del pan y quesillo (Lobularia canariensis) o el malva de la lavanda (Lavandula minutolii) entre otras, tapizan de colorido esta alfombra natural que cubre el Barranco de La Pasadera, que debe su nombre al hecho de servir de paso entre los dos grandes roques de Tenteniguada: el Roque Grande y el Roque del Pino.

La diversidad geológica de la ruta la enriquece aún más. Al comienzo del primer tramo, lavas fonolíticas cubren la zona cumbrera hasta dar paso a coladas de basalto más antiguas que las primeras, que conforman la cabecera y las laderas del barranco. Los grandes pitones fonolíticos se presentan como torres que guardan con recelo el hermoso paisaje. Todos estos materiales del ciclo Roque Nublo dan paso a depósitos de ladera y coluviones a medida que nos vamos acercando al poblado de El Rincón. Posiblemente, fueron grandes deslizamientos de materiales los que, en épocas pasadas, se dieron lugar en esta zona, visibles en las impresionantes rampas que, desde las escarpadas paredes de la caldera, descienden hasta Tenteniguada.

Hermosas panorámicas del valle y de la costa este de la isla se adueñan de la vista en el descenso por la cabecera del barranco. Pasamos tan cerca de los roques que casi se pueden tocar, sintiendo la grandiosidad de estos gigantes dormidos.

La era de Los Monzones o de El Pino, recibe su nombre por la presencia de un ejemplar aislado de pino canario en uno de sus extremos. Ofrece espléndidas vistas a la sombra del pino y del amplio rellano sobre el cual se extiende. Este lugar, conoció el trigo, la cebada y el pisotear constante de las vacas.

El descenso lleno de matices, donde lo natural se mezcla con lo humano, da como resultado un paisaje de alto valor etnográfico. Prueba de ello son los bancales que se adueñan de las laderas de la cuenca, con muros realizados, principalmente, con las rocas que a lo largo de las distintas centurias se han ido desprendiendo de los grandes roques por medio de la erosión. De ahí que podamos observar algunos "majanos" de piedras en las laderas, lugar escogido por muchos roedores, como musarañas, erizos o conejos, para instalar sus madrigueras.

Esta materia prima, la piedra viva, ha sido también utilizada para la construcción de alpendres que asoman tímidamente entre la vegetación. Estos guardan entre sus paredes recuerdos inolvidables de la intensa labor agrícola de la zona en tiempos pretéritos. Pasa este recorrido por un conjunto de alpendres entre castañeros de singular morfología, cuyos habitantes daban en ellos cobijo a vacas y mulas, que entre otras labores, ayudaban a trillar los cereales en la "era".

Los árboles frutales hacen de este recorrido un verdadero jardín del paraíso. Gran variedad de fruta fresca y natural crece al amparo de los roques: guindas, manzanas, peras, ciruelas, tunos, higos, etc., con una característica común: su exquisito sabor natural. Los últimos frutos de la temporada son las almendras, las nueces y las castañas, frutos secos que los lugareños guardan para las fiestas de Los Finaos o de Los Santos Difuntos. Cuando se acerca la primavera y hasta bien entrado el verano, es muy frecuente ver a los campesinos de la zona recolectando la fruta en sus propiedades(1).

El microclima que describe el área que atraviesa el sendero es genéricamente más húmedo y frío que el de la zona circundante, ya que la pequeña cuenca de este barranco encajado se ve abrigada por las sombras de las paredes de la caldera y de los grandes roques que la coronan. Se han podido registrar valores superiores a los 200 litros por metro cuadrado en una intensa jornada de lluvia. Según muchos campesinos de la zona: "Si el Barranco de La Pasadera lleva mucha agua, es que la lluvia ha sido buena (abundante)".

Las primeras casas del pintoresco barrio de El Rincón muestran el ambiente rural en el que habitan sus gentes, de carácter amable y espontáneo. En esta zona se elaboran exquisitos quesos artesanales de gran calidad y sabor.

(1) Cuenta D.Periquito Navarro, antiguo agricultor de El Rincón, de 82 años, que este valle de Tenteniguada era muy rico en fruta; precisamente él tenía a más de 8 "jovencitas" del barrio contratadas para trabajar recolectando en grandes ceretos de mimbre y caña por cinco pesetas al día. Curiosamente, una de esas mujeres fue posteriormente su esposa, Dña. Esperanza Alejandro Ortega. Estos cestos repletos de frutas eran llevados a lomos de bestias hasta Tenteniguada, y una vez aquí se cargaban en el camión de D.Eusebito Pérez, que tenía una antigua tienda, para ser llevados al Mercado de Vegueta en Las Palmas de Gran Canaria. A mediados de los 60 del pasado siglo se compró el que fuera el primer furgón de todo El Rincón para llevar la fruta y verdura de esta tierra a la capital.

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Plano del camino

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Perfil del camino

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Descripción del camino

Tramo 1: Presa de Las Cuevas Blancas - Cabecera del Barranco de La Pasadera

Dejamos atrás el paso de la carretera general por la degollada norte de la Caldera de Los Marteles. Tomamos, justo enfrente del embalse de Cuevas Blancas, una pista de tierra que desciende hacia la cabecera del Barranco de La Pasadera. Entre el matorral de retamas amarillas (Teline microphylla), el sendero nos conduce a un cruce, donde continuamos rumbo noreste. Pasado éste, encontramos una segunda intersección, algo más confusa por la densa vegetación que rodea el camino ; sin pérdida, tomamos la pista de la izquierda, que baja con fuerte pendiente en dirección noreste. Aunque la distancia recorrida es escasa, el itinerario pronto nos seduce con sus amplias vistas del sector noreste de la isla y del peculiar Roque Saucillo, al noroeste. A medida que la pista se aproxima a los otros dos pitones más peculiares de Valsequillo, el del Pino y el Roque Grande, llegamos a un rellano en el terreno, despejado de vegetación, con un característico sustrato de color blancuzco. Nos dirigimos, aproximadamente con rumbo 29º sur, hacia la cabecera del Barranco de La Pasadera.

Tramo 2: Cabecera del Barranco de La Pasadera - El Rincón

Desde la cabecera del Barranco de La Pasadera, bajamos una fuerte pendiente y, serpenteando por la ladera, atravesamos un exuberante matorral, compuesto por flores de mayo (Pericallis webbii), ejemplares aislados de bicácaros (Canarina canariensis) y portentosos tajinastes azules (Echium callithyrsum) (ver ficha), que llegan a alcanzar una considerable altura.

Acoge esta zona una rica representación de la pajarería isleña. Llegamos al pie del Roque Grande, donde aparece un antiguo alpendre; junto a un solitario pino, una era (ver ficha) resulta un buen lugar de parada, pues desde él se visualizan el noreste de Gran Canaria y el poblado de El Rincón.

Las formas rocosas peculiares, resultado de la erosión diferencial, también son una constante en este recorrido. Bajo estos afloramientos caprichosos, caminamos justo por el cauce del barranco, después de haberlo hecho hasta el momento por la vertiente de umbría del mismo. Atravesamos el lecho en varios puntos en adelante, tal y como señala la presencia de cañas (Arundo donax) y helechos, indicadores de la humedad. Los vestigios de la agricultura tradicional vuelven a estar presentes, pues pasamos junto a bancales abandonados. Poco después, sorteamos un conjunto de castañeros (Castanea sativa), de agradable sombra y sabrosos frutos, ensanchándose el sendero. Empiezan ya a aparecer las primeras viviendas de El Rincón, algunas con señas de la arquitectura tradicional canaria y otras de nueva construcción, pero en su mayoría asociadas a pequeñas superficies de cultivos. Al final del tramo, caminamos entre el poblamiento por carretera asfaltada.

Información adicional de la ruta

Roque Grande

En la parte alta, coronando la Caldera de Tenteniguada, se divisa un espectacular paisaje, formado por un conjunto de pitones fonolíticos que caracterizan este espacio. Entre ellos destaca el Roque Grande, por su forma abrupta, escarpada y de culminación aguda. Su constitución de rocas fonolíticas que por su dureza han resistido con mayor entereza los efectos de la erosión, le han dado el resalte que lo terrenos circundantes no han tenido. Es en la II fase del segundo ciclo de formación geológica de Gran Canaria, denominada Roque Nublo, cuando comienza la formación del Roque Grande, contemporánea a la aparición del Roque Saucillo y de la Montaña del Helechal en Valsequillo, como resultado de la emisión de materiales a partir de focos eruptivos que se concentran en Tenteniguada, Ayacata y La Culata de Tejeda, entre otros. La actividad de estos centros de emisión se caracterizó por su gran violencia y por la alternancia de mecanismos eruptivos en los que se desarrollaron nubes ardientes de diferentes modalidades y coladas piroclásticas.

Aunque su nombre implica la presencia de un solo roque, realmente son dos pitones los que conforman esta singular formación volcánica. Al ser su principal punto de mira el este de Gran Canaria, vertiente hacia la cual se abre la Caldera de Tenteniguada, aparenta ser un único monolito con dos pináculos, de ahí su nombre. Este pitón volcánico tiene un significado especial para los valsequilleros, y más aún si cabe para los habitantes de Tenteniguada y de El Rincón, que lo toman como símbolo de identidad. Bajo sus sombras y a su amparo se ha desarrollado la vida rural del valle de Tenteniguada, siendo éste testigo soberano de las generaciones que han admirado su grandeza desde tiempos inmemoriables.

Tajinaste azul (Echium callithyrsum)

Arbusto que llega a superar los tres metros de altura, de hojas lanceoladas a ovadas, es peculiar por su copa semiesférica, que combina colores azules intensos, blancos y fucsias en el periodo de floración en primavera, en la que es recomendable realizar el itinerario para poder observar el tajinaste en todo su esplendor y de manera bastante frecuente.

Aunque se trata de un endemismo exclusivo de Gran Canaria, además de en las cumbres de El Rincón, también es posible encontrarlo en otras zonas del norte y noreste de la isla, siempre dentro del área de influencia del alisio y en zonas de encajamiento fluvial o entre conos volcánicos. En todas estas áreas, se desarrolla en sustitución del monteverde, normalmente con retamares escobonales de Teline microphyllay Chamaecytisus proliferus, así como con otras especies, algunas de ellas invasoras, que suponen su principal amenaza.

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