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Inicio >> Valsequillo >> Valsequillo - El Helechal - San Roque (Ruta nº25)
Ruta 19: Picogorra - Tenteniguada

Valsequillo - El Helechal - San Roque

CARACTERIZACIÓN GENERAL. Por la parte más baja del municipio de Valsequillo, nos dirigimos hasta la demarcación municipal entre éste y Telde. Este límite administrativo situado en el barrio de San Roque, pasa justamente por en medio de la iglesia del barrio. Popularmente y de forma irónica, los lugareños decían que el cura se vestía en Valsequillo para dar la misa en Telde. La originaria ermita de San Roque data de 1728; de ella, sólo se conservan la sacristía y el presbiterio, de estilo mudéjar.

El antropizado paisaje que describe la senda del recorrido muestra la riqueza agrícola de la zona, salpicada de fértiles terrazas de cultivo y bancales que trepan por las laderas de los barrancos hasta el punto de quedar colgados en el abismo.

La Plaza de San Miguel, lugar donde comienza la ruta, se encuentra situada en los alrededores de lo que en tiempos prehispánicos fue un almogarén o lugar sagrado. La iglesia que se ubica en ella alberga en su interior grandes joyas escultóricas y pictóricas. El recorrido continúa ascendiendo por la Montaña del Helechal, pitón fonolítico de finales del ciclo Roque Nublo. Desde aquí, se obtiene una de las mejores panorámicas del municipio. Su privilegiada situación, prácticamente en el centro del término municipal, hace de ésta una montaña con gran sentido mágico, que lleva a la creencia de que sobre ella existiera un antiguo almogarén.

El primer tramo de este sendero corresponde al antiguo paso de comunicación entre Telde y San Mateo en su recorrido por Valsequillo, razón por la que, desde el casco hasta el Lomo de Correa, la vereda está empedrada.

Predominan en este recorrido las lavas basálticas, basaníticas y nefríticas y los materiales de brecha volcánica Roque Nublo. Los fértiles campos de cultivo de El Helechal se asientan sobre coladas basanítico-nefeliníticas, al igual que los llanos de Valsequillo y Las Vegas.

Son impresionantes las vistas de la Caldera de Tenteniguada a medida que subimos por el Lomo de Correa. Desde la cresta de este último, podemos contemplar casi la totalidad el municipio de Valsequillo: desde el Barranco de San Miguel hasta Los Mocanes; desde Las Vegas hasta El Rincón, así como los amplios llanos de Valsequillo y El Montañón.

Aquí, los valores naturales dejan paso a la preponderancia de los etnográficos, relacionados con los usos tradicionales del territorio, donde destacan el pastoreo y las explotaciones agroganaderas. Las cuevas- alpendres que se localizan a lo largo de la vereda, conservan los antiguos pesebres y amarres para el ganado. Es tal el número de éstas que resulta interesante volver la vista atrás durante el recorrido para contemplar de forma panorámica la cantidad de oquedades que presenta el terreno.

De igual manera, son muy importantes las habitaciones-cueva que hallamos en los tramos medios del recorrido y a la llegada al barrio de San Roque.

La importancia agrícola de la zona se refleja en el gran número de bancales que nos encontramos a lo largo del trayecto. Parece como si no existiera ni un solo espacio que no haya sido cultivado, entendiéndose este hecho en relación con las hambrunas padecidas en la zona tras la Guerra Civil española, donde la escasa comida que llegaba del exterior apenas daba para sustentar a las familias.

Una vez rebasado el primer tramo, los núcleos de población quedan alejados -el campesino tenía que ingeniárselas para transportar los productos que recogía de la tierra de manera práctica y rápida-. Un buen ejemplo de la necesidad imperiosa de acercar las cosechas a las principales vías de comunicación, lo representan las grúas manuales o motogrúas: un cable metálico muy consistente extendido entre dos mástiles por el que se deslizaba un carro aéreo. En el último tramo de esta ruta, concretamente en la pequeña cuenca de El Palmito, acercándonos al borde sur de la misma y mirando hacia el Barranco de San Roque, podemos observar un claro ejemplo de este ingenio agrícola creado para salvaguardar la distancia entre esta ladera y la vía de comunicación que une el Valle de San Roque con Valsequillo.

En cuanto al clima de la zona, éste no difiere en ningún tramo, ya que el desnivel entre el inicio y el final del mismo no es muy acusado. Aún así, aquí el clima es más seco y cálido que en las medianías altas de Valsequillo.

Las especies más frecuentes en esta travesía son la pita, la tunera, el acebuche (Olea europaea ssp. cerassiformis), la retama blanca (Retama monosperma) y el tajinaste blanco (Echium decaisnei), aunque mención especial merece el palmeral de San Roque (Phoenix canariensis), cuyo paisaje refleja el encanto de saber conjugar la mano del hombre con la esbeltez de la palmera canaria.

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Plano del camino

(Pulse sobre el plano para ampliar) Plano del camino

Perfil del camino

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Descripción del camino

Tramo 1: Valsequillo - Degollada de Lomo de Correa

El tramo inicial de este recorrido parte del casco de Valsequillo. Nos situamos frente a la iglesia del pueblo y subimos por la calle León y Castillo hasta el final de la misma, donde hay un pequeño mirador desde el que se observa una amplia panorámica del Barranco de San Miguel. Acabada la vía peatonal, continuamos por la GC-810 en dirección a la Montaña del Helechal (ver ficha), ascendiendo por la calle Sol, primero, y por la del Majuelo, después. En esta última, tras avanzar unos 75 m, atajamos a la izquierda por un camino, subiendo junto a las viviendas hasta una zona de pinar (Pinus canariensis).

Cruzamos la calzada; ascendemos por una vereda a la izquierda de los pinos entre un matorral denso de retamas blancas, tuneras, tabaibas (Euphorbia regis-jubae) y jaras (Cistus monspeliensis), entre otras. Pasamos junto a una instalación de almacenamiento de agua y vemos una pista ancha de tierra. A escasos metros de su inicio, la abandonamos. Por la vereda que se desvía a la derecha, atravesando una pendiente acusada, llegamos hasta la carretera. Tras caminar unos 70 metros, tomamos la senda de la izquierda que sube zigzagueante por el flanco oriental de la Montaña del Helechal. Seguimos la pista empedrada, hasta llegar una vez más a la vía asfaltada, por la que descendemos en dirección noroeste, entre fincas de hortalizas y frutales.

Continuamos el trazado de la calle, que tras el tramo recto gira a la derecha, subiendo una empinada cuesta que deja a ambos lados ejemplos de viviendas de arquitectura tradicional. Accedemos, rumbo hacia la Vega de San Mateo, por la pista de tierra que surge a la derecha. En la siguiente intersección de caminos, proseguimos por dicha pista en dirección noroeste. A 160 metros a la derecha de la marcha tomamos una vereda serpenteante, con firme empedrado que sortea el desnivel hasta la parte alta de El Helechal. Acabado el ascenso, éste es buen momento y un buen lugar para hacer una parada y deleitarnos con las vistas de la Caldera de Tenteniguada al suroeste.


Tramo 2: Degollada de Lomo de Correa - Montaña de la Abejera Alta

Retomamos la marcha sin desviarnos por la Degollada del Lomo de Correa hasta que comienza una pista asfaltada por la que avanzamos rumbo este(1), pasando junto a un conjunto de cuevas y alpendres que enriquecen el valor etnográfico del sendero. Sin abandonar la pista, descendemos unos 1.250 metros hasta una era que aparece a la derecha de la marcha. Pasada esta infraestructura agraria, llegamos a un cruce en el que seguimos por la derecha, adentrándonos en un paso que está señalizado como privado pero que únicamente limita el acceso a vehículos por no tener salida(2).

Momentos después de pasar junto a una bonita casa, rodeada de explotaciones agrícolas, atravesamos un nuevo tramo con cadena que permite el paso al caminante, hasta llegar a un eucalipto (Eucalyptus camaldulensis) al pie del cual se inicia un camino estrecho de tierra que tomamos rumbo al suroeste, entre bancales abandonados, pero en buen estado de conservación.

El sendero se va estrechando después del cambio a la vertiente oriental del Barranco Valle de Casares. Pasamos justo por el borde de la ladera y subimos a la cresta del interfluvio que se conforma entre dicho barranco y el de San Roque al sur. Contemplamos, hacia el sur, los Llanos de Valsequillo y los distintos poblados del municipio: Correa, Las Vegas, Era de Mota y el propio casco del pueblo.

(1) Rumbo oeste nos llevaría a San Mateo.

(2) Se deben obviar las desviaciones que conducen a propiedades privadas con las que el camino cruza en esta zona.

Tramo 3: Montaña de la Abejera Alta - San Roque

Atravesamos el bancal y ascendemos de nuevo, prácticamente hasta el morro de la montaña, desde donde avanzamos por el borde nororiental de la misma, discurriendo por la divisoria hasta que el camino llega a un rellano a partir del cual comienza el descenso por la otra vertiente. Tomando rumbo al oeste, iniciamos un zigzagueo de fuerte pendiente hasta cruzar al margen izquierdo de la pequeña cuenca denominada El Palmito. La vereda se va estrechando y quedando oculta por la vegetación a medida que descendemos. No obstante, no hay pérdida si se continúa siempre en dirección al poblado de San Roque, que vemos en dirección este.

Llegamos a unas fincas de frutales que aparecen en la parte baja de la ladera y, caminando con rumbo sur, alcanzamos una pista de cemento que pasa junto a cultivos en explotación y a cuyo término se cruza con una vía de asfalto. Seguimos el trazado de la misma y, una vez terminada la calle de Cuevas Negras, continuamos por la izquierda, caminando por la carretera general a lo largo de 1 km aproximadamente, en paralelo al exuberante palmeral del Barranco de San Roque, hasta llegar al barrio del mismo nombre, que constituye el punto final de este itinerario.

Información adicional de la ruta

Montaña del Helechal

Se corresponde con un pitón fonolítico de finales del ciclo Roque Nublo, que actúa como frontera natural entre dos vegas agrícolas importantes, como son los Llanos de Valsequillo y de El Helechal. Su posición privilegiada le otorgó la consideración de montaña sagrada desde la época prehispánica.

En las crónicas de la conquista de Gran Canaria se encuentran valiosos documentos en los que aparece esta notable formación geológica, a la cual se atribuye un sentido mágico-religioso. Al llegar los conquistadores castellanos al barranco, hoy denominado "de San Miguel", sostuvieron una cruenta batalla con el caudillo aborigen Tecén, que defendía las inmediaciones del Almogarén de El Helechal. A este lugar, donde se consumó la batalla, se le llamó Sepultura del Colmenar, nombre que aún recibe un pequeño caserío situado en las inmediaciones del Barranco de San Miguel. Una vez conquistado el lugar, los castellanos instalaron en la Montaña del Helechal la cruz de los conquistadores. Este relato histórico muestra el pasado prehispánico de Valsequillo, puesto que era una de las zonas más altas del faycanato de Telde, municipio al cual estuvo ligado hasta 1802.

La Montaña del Helechal tenía un significado religioso especialmente importante para los aborígenes, ya que allí se localizaba un almogarén. Geográficamente, era un sitio perfecto para establecer este lugar sagrado, pues se trata de un enclave elevado, bien acondicionado y confortable, desde el cual se contempla todo el valle. En este santuario se celebraban los cultos religiosos; era el sitio donde se reunían los aborígenes del lugar para hacer sus rituales y elevar las plegarias a su dios, al cual llamaban Alcorán, e implorar, asimismo, al Sol y a la Luna. De este legado arqueológico ya no quedan vestigios, ya que sobre esta montaña se construyó un restaurante-mirador en los albores de los años 70 del pasado siglo.

Hoy en día, esta montaña sagrada ofrece una de las mejores panorámicas del municipio, divisándose desde ella la costa este y la cumbre de Gran Canaria.

El Palmeral de San Roque

Bordeando los terrenos de cultivo ubicados en las laderas del tramo bajo del Barranco de San Roque, se desarrolla una formación vegetal que constituye un ejemplo emblemático de adaptación de las actividades agrícolas en el medio natural: el Palmeral de San Roque. Además de su ineludible belleza, que aporta singularidad e identidad al paisaje, el palmeral desempeña un importante papel en el funcionamiento ecológico de la zona. Al tiempo que da abrigo a los cultivos con respecto a los vientos dominantes, sirve de linde entre las parcelas agrícolas y cobija a muchas otras plantas, como acebuches (Olea europaea), vinagreras (Rumex lunaria), tuneras (Opuntia ficus), veroles (distintas especies dentro del género Aeonium), tarahales (Tamarix canariensis) y pitas (Agave americana), así como a especies animales, principalmente, aves e invertebrados.

Se trata, además, de un ecosistema en el que crece un tipo de planta autóctona: la palmera canaria (Phoenix canariensis). Ésta muestra unas especificidades que la diferencian de otras especies. Destaca su fruto, la támara, característica por su color amarillo anaranjado. Otras diferencias son su porte, que normalmente alcanza de 10-15 m de altura -en ocasiones 25 m- y su robusto tronco, que culmina en numerosas hojas arqueadas, que pueden llegar a medir más de siete metros y que forman una copa densa, esférica y de color verde. También, es característico el aprovechamiento antiguo de la palmera. Las hojas se usaban como alimento para el ganado y se empleaban, también, para la realización de utensilios artesanales, tales como cestas, sombreros, escobas, etc., aunque no obstante, en la actualidad, son pocos los lugares donde se mantiene esta tradición. En el municipio de Valsequillo aún quedan algunos artesanos que trabajan con la hoja de palma y el palmito.

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