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Inicio >> Valsequillo >> Caldera de Los Marteles - Las Vegas (Ruta nº22)
Ruta 19: Picogorra - Tenteniguada

Caldera de Los Marteles - Las Vegas

CARACTERIZACIÓN GENERAL. Esta ruta constituye una de las pocas que, en lugar de aprovechar lomos e interfluvios, discurre en gran medida tomando contacto con el propio cauce del barranco; lo hace, además, por uno de los espacios naturales más atractivos del término municipal de Valsequillo en particular y de toda la isla en general: el Barranco de Los Cernícalos.

Retirado unos escasos 10 km de la ciudad de Telde, se encaja este hermoso barranco que, en el tramo alto del itinerario , comunica con la Caldera de Los Marteles. Desde la degollada norte de la misma desciende el barranco sobre materiales basálticos y aglomerados Roque Nublo, presentando en su recorrido conos del ciclo reciente, que constituyen portentosos edificios volcánicos.

Pero la auténtica singularidad de la ruta se centra en la diversidad biológica que encierra este paraje y en la peculiaridad que le confiere ser el único curso de agua permanente de todo el este de Gran Canaria, y posiblemente de toda la isla, lo que afecta directamente a la vegetación. Por ello, el acebuche (Olea europaea ssp. cerassiformis) encuentra en sus laderas un lugar óptimo para desarrollarse, constituyendo una de las comunidades más importantes y mejor conservadas de esta especie en el ámbito insular.

Particularmente significativa es la sauceda (Salix canariensis), que aparece cubriendo el cauce, pues forma el que probablemente sea el mayor bosque de galería de la isla. El verde espesor de la vegetación contrasta en in- vierno con la blanca flor de los almendros (Prunus dulcis) que colonizan las laderas. Se complementa con matorrales de retamas (Teline microphyllay Retama monoesperma), escobones (Chamaecitisus proliferus) y tabaibas (Euphorbia obtusifolia), así como con otros endemismos, entre los que cobran un especial protagonismo la bicacarera (Canarina canariensis), de flor campaniforme, el tajinaste azul (Echium callithyrsum) y la estrellada malva de risco (Lavatera acerifolia), que aparecen salpicando el suelo húmedo.

Sorprende el elevado número de especies de aves nidificantes, siendo común que los trigueros, linaceros, canarios, alpispas, tórtolas, pelirrojos, cernícalos y búhos chicos, entre otros, deleiten al excursionista con su cantar, cuyo sonido junto con el rumor del agua se convierte en una agradable melodía de fondo.

El uso de esta zona se caracteriza por el desarrollo de la agricultura, siendo frecuentes los bancales, en su mayoría abandonados ahora y antaño ocupados por frutales y hortalizas, principalmente. La presencia de numerosas cuevas indica que estas prácticas agrarias se desarrollan desde muy antiguo, permitiendo la proliferación de casas y alpendres relacionados con las labores agrícolas, que se excavan en las laderas. Asimismo, las viviendas asociadas a fincas en el tramo medio y sobre todo al final del recorrido, en torno a Los Mocanes, son buena prueba de la importancia de esta actividad.

Destaca, entre las muestras de arquitectura tradicional, la Hacienda de Los Mocanes, de gran valor patrimonial.

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Plano del camino

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Perfil del camino

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Descripción del camino

Tramo 1: Caldera de Los Marteles - Montaña de Cuevas Blancas - Cauce del Barranco de Los Cernícalos

Comenzamos la ruta en la cara norte de la Caldera de Los Marteles. Seguimos rumbo este a través de una pista forestal de tierra, flanqueada por un pinar con soto- bosque de retama amarilla. Aproximadamente a unos 250 metros, nos desviamos hacia la derecha, rumbo 160º S-SE, a través de una pista que desciende por la cabecera del Barranco de Los Cernícalos. Un conjunto de habitaciones-cuevas y la presencia de grandes ejemplares de escobones, almendros y retama amarilla, marcan nuestro andar por el margen derecho del barranco.

A pocos metros de finalizar esta pista, divisamos en la ladera de enfrente el camino por el cual debemos seguir. Para llegar a él, nos desviamos hacia la derecha, rumbo E, aproximadamente unos 20 metros. Una vez cruzado el cauce del valle, una vereda de tierra se abre paso en la ladera norte del barranco, dejando a nuestras espaldas dos jóvenes castañeros. Bancales abandonados, colonizados por tabaibas, salvia, hinojo, cardos y magarzas, entre otras especies, se hacen presentes a lo largo del camino.

Tras haber recorrido aproximadamente 400 metros por la vereda de tierra, llegamos a un cruce de caminos en la misma hondonada del cauce. Debemos obviar la opción de la izquierda, que asciende hacia la ladera, y continuar nuestra marcha siguiendo siempre a la derecha del lecho del torrente, en dirección al poblado de Cazadores, aunque sin llegar a él.

Observamos en la ladera de enfrente un gran número de tuneras, pitas y almendros.

A través de una pequeña barranquera, llegamos a una nueva pista de tierra en la zona de Montaña de Cuevas Blancas; la seguimos rumbo este, junto a un escobón. Aproximadamente a unos 450 metros, cruzamos una vía de asfalto para continuar descendiendo por la cuenca de Los Cernícalos a través de una calzada de tierra en dirección a un conjunto de no más de siete pinos canarios, que nos conduce al lecho del barranco.

A medida que bajamos, las pequeñas viviendas agrícolas adosadas a parcelas de cultivo dejan paso a grandes ejemplares de escobones, acebuches y almendros. Llegando al cauce, el camino intercepta una gran era, símbolo de la intensa labor agrícola de la zona. El susurro del agua corriendo entre las rocas se adueña de nuestros oídos cuando llegamos al fondo del barranco. Los primeros sauces del recorrido cobijan nuestro andar y propician la primera parada recomendada.


Tramo 2: Cauce del Barranco de Los Cernícalos - Las Cañadas

Debemos retroceder unos 80 metros desde el cauce por la misma pista que hemos seguido, para continuar rumbo este por una pequeña vereda de tierra, junto a un viejo nogal, por el margen derecho del barranco.

La humedad ambiental se hace patente en esta parte del recorrido en la que cruzamos varias veces el barranco, alternándose el sendero entre la orilla izquierda y la derecha del mismo. Aproximadamente a unos 300 metros, cruzamos el cauce y seguimos esta vez por su margen izquierda. Ascendemos por una pequeña ladera desde la que se obtienen preciosas vistas de la frondosa sauceda a lo largo del curso del barranco. Atravesamos un entorno con alto valor etnográfico, compuesto por un pequeño naciente, una era y un conjunto de, al menos, tres alpendres-cueva en los que todavía se aprecian restos del forraje de los animales.

Pasando la última cueva se abre a nuestros pies un pequeño rellano desde donde se obtienen diversas panorámicas de la cabecera y del tramo medio del Barranco de Los Cernícalos, el cual se muestra rebosante de vida gracias a su vegetación.

Tomando rumbo sur, dejamos atrás este mirador natural y descendemos nuevamente hacia el cauce del barranco. La acusada pendiente y el resbaladizo terreno nos obligan a tomar máximas precauciones para evitar resbalar. Al llegar al lecho, nos puede sorprender que éste se presente seco, ya que seguimos oyendo al agua correr entre las rocas. Se explica este fenómeno por la permeabilidad de los materiales que hacen que el agua discurra en ciertos tramos por el subsuelo. Al cruzar el barranco y continuar por la vertiente expuesta al norte, notamos cómo el ambiente es cada vez más húmedo, sobre todo al acercarnos nuevamente al cauce, esta vez con presencia de agua. La estampa que observamos nos recuerda a un bosque encantado -los enormes sauces de más de 10 metros de altura dan sombra a varias comunidades de helechos, líquenes y musgos-.

Tras alternar las orillas del barranco varias veces, la dejamos atrás y ascendemos por una ladera en dirección a la "casa del humo". A escasos metros, un conjunto de tabaibas de más de dos metros de altura nos conduce a un cruce de caminos en el que cogeremos el de la izquierda que, a través de una pendiente acusada, nos lleva hasta una pista de picón, ya en la zona de Las Cañadas. El sendero pasa sobre un almagre, formado por el calentamiento de parte de la enorme colada que tenemos sobre nuestras cabezas, de edad mucho más temprana.

Tramo 3: Las Cañadas -Los Mocanes -Las Vegas

Tomamos la pista en el borde de un cono de picón, hacia la derecha. Ésta desciende con pendiente suave rumbo noreste. En primavera, la retama blanca y los almendros en flor tapizan el espacio, ofreciendo un paisaje único. A medida que nos acercamos a Los Mocanes se amplían las vistas hacia Las Palmas de Gran Canaria, los Llanos de Valsequillo y la Caldera de Tenteniguada.

En la bajada de Los Mocanes divisamos Las Haciendas, enorme finca agroganadera, en la que se encuentran verdaderas joyas de la arquitectura tradicional canaria. Una vez que llegamos a una pista de asfalto, seguimos la trayectoria hacia la derecha, hasta alcanzar una palmera que actúa de rotonda, la cual dejamos atrás, siguiendo rumbo norte en dirección al barrio de Las Vegas por la vía asfaltada.

Información adicional de la ruta

El sauce (Salix canariensis)

Asociadas al cauce del Barranco de Los Cernícalos, se desarrollan importantes comunidades de Salix canariensis, que constituyen la que probablemente sea la mejor sauceda del contexto insular. La presencia de esta especie en el ámbito referido se explica a partir de las óptimas condiciones ambientales que le brinda la zona; y es que en pocos lugares encuentra tan óptimos niveles de humedad como los que le reporta el constante fluir de las aguas durante todo el año a lo largo del barranco. Quizás por los continuos aportes de nutrientes que ello implica, aunque por lo general la altura de esta especie está próxima a los 8 m, en esta zona el sauce llega a medir de 10 a 12 m, pasando de ser un arbusto robusto a constituir un auténtico ejemplar de porte arbóreo. No obstante, sería más frecuente encontrar a esta especie en todo su esplendor en el ámbito de medianías, bajo la influencia del alisio, si no hubiese tenido lugar la tala masiva a partir del siglo XIX, cuando urgía la necesidad de conseguir madera para los vapores que se abastecían en el Puerto de La Luz y de Las Palmas, así como para la población rural, que utilizaba la madera como combustible para sus quehaceres.

La apicultura en Canarias

Canarias produce cada año unas 200 toneladas de miel -una cantidad muy pequeña, aunque de gran calidad-. Esta miel procede de flores autóctonas, y su tratamiento posterior es total- mente artesanal, sin ningún tipo de aditivo químico. Seiscientas personas, entre aficionados y profesionales, se dedican en Canarias a la apicultura. En total, se explotan veinte mil colmenas, donde se crían ejemplares de abeja negra canaria, una raza escindida hace 200 mil años de las abejas africanas. Prácticamente es el único tipo de abeja existente en Canarias y reúne excelentes características para su explotación (altos grados de productividad, mansedumbre, nivel de adaptación al medio, etc.).

Gran Canaria, con el 60% de las colmenas, es la segunda productora de miel canaria, con seis mil toneladas, después de Tenerife, y la comarca de medianías de Gran Canaria, una zona de producción de miel de alta calidad, por su variada flora.

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