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Inicio >> Tejeda >> Degollada de Becerra - La Culata - Tejeda (Ruta nº15)
Ruta 10: Artenara - Cruz de Tejeda

Degollada de Becerra - La Culata - Tejeda

CARACTERIZACIÓN GENERAL. Nos hallamos en el sector más nororiental de este fondo de caldera, espacio donde se localizan la mayoría de los asentamientos humanos del término municipal de Tejeda, donde los taludes de derrubios han dado lugar a un piedemonte de pendientes muy suaves que se extienden desde los núcleos poblacionales de El Rincón y de Guardaya hasta La Culata, pasando por el propio núcleo administrativo de Tejeda, área que además ha visto favorecido, gracias a sus características geomorfológicas, el desarrollo de la actividad agrícola.

Ya desde la época prehispánica, esta zona de la Caldera de Tejeda contaba con una destacada población aborigen, cuyo centro neurálgico más importante se situaba en el ámbito del Roque Bentayga, pero que sin embargo extendía por sus alrededores otros poblados de mayor o menor importancia. De hecho, el nombre actual de Tejeda tiene su origen en los antiguos pobladores, que la llamaron Texeda.

Años después de finalizada la conquista castellana, y tras el declive poblacional que ocasionó la conflagración entre conquistadores y canarios, esta zona volvió a ver incrementado su número de habitantes, aunque no es de suponer, hasta bien entrado el siglo XVIII, una población superior al millar. Aborígenes canarios y nuevos colonos castellanos llegados a estas tierras sentaron las bases del nuevo sustrato poblacional, favoreciendo el nacimiento de nuevos núcleos de población e impulsando el crecimiento de otros ya existentes.

Como consecuencia de este incremento poblacional, surge en el siglo XVI la primera ermita, dependiente de la Vega de Santa Brígida, y efectúa la Corona los primeros repartos de tierras en la cumbre. La propia lejanía de la costa obliga a que, desde el año 1622, se dote a esta vecindad de cura propio.

Las primeras crisis económicas de importancia en la isla, que tienen su origen en la caída del mercado de la caña de azúcar primero, y con posterioridad también de la vid, suponen una migración interna, con desplazamientos desde la costa hacia el interior en busca de nuevas tierras de cultivo.

En Tejeda, este hecho supone, debido a la escasez de suelos productivos y de otros recursos necesarios para la agricultura, una fuerte presión, que lleva consigo la aparición de otros problemas anexos. La población comienza a usurpar y a roturar tierras que la Corona poseía en la cumbre, por lo que se hace necesario conceder nuevas datas. Con todo ello, se consolidan definitivamente los nuevos núcleos de población surgidos en Tejeda, que además, durante el siglo XVII, contarán ya con alcalde pedáneo. La economía se cimentaría en un sector agroganadero de autoconsumo y, dada la riqueza forestal del entorno, en la explotación de sus bosques.

Iniciado el siglo XIX, más concretamente en el año 1812, un Decreto de las Cortes de Cádiz estableció el rango de Ayuntamiento Constitucional para la jurisdicción histórica de Tejeda, que conformaría su infraestructura municipal con dotación presupuestaria propia en 1836. Asimismo, durante este siglo se seguirían practicando roturaciones clandestinas en tierras de realengo, superficie arable que vería incrementada debido a la desamortización de tierras del clero regular y secular.

Desde mediados de este siglo XIX, la crisis económica que sufría la isla, y más concretamente este ámbito, con un agotamiento de los recursos forestales ligados al pinar, dio como resultado que Tejeda padeciera las consecuencias de la forzada emigración, que en esta época tenía como destino las Américas.

Finalmente, con el boom turístico acaecido en la década de los 60 del pasado siglo, se volvió a perder población, especialmente jóvenes que se desplazaban al sur de la isla en busca de un empleo mejor remunerado. Esta nueva bonanza económica, sustentada entonces en el sector turístico, propiciaría un drástico cambio de la política forestal que posibilitara la recuperación de extensas áreas de pinar en toda esta zona, y que, paradójicamente, volviera a generar empleo, aunque ahora ofreciendo trabajos ligados a la recuperación, la protección y la defensa de unos ecosistemas antaño explotados para la obtención de sus recursos forestales.

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Plano del camino

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Perfil del camino

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Descripción del camino

Tramo 1:Degollada Becerra - La Culata

Desde el mirador de Degollada Becerra (zona de aparcamiento) asciende por el lomo un camino de tierra algo difuso (dirección sur), que se adentra en un pequeño pinar de pino mediterráneo. Llaneando por este camino pasamos junto a una vivienda que aparece a la izquierda. Al dejarla atrás, observamos el camino empedrado que, desde esta zona de la cumbre, baja hacia el barrio de La Culata.

Este sendero empedrado desciende en zig - zag, suavizándose la fuerte pendiente, siempre entre una vegetación de pequeño porte, dominada sobre todo por retamas amarillas, tabaibas amargas y tomillos.

En unos 20 minutos llegamos a una valla que cierra el camino por nuestra derecha, y seguimos hasta cruzar un cauce en donde destaca la presencia de saos (Salix canariensis): se trata del Barranco de Los Molinillos, donde también podemos ver un abrevadero y un naciente de agua conocido como fuente de El Ancón. Desde aquí, seguimos unos metros más, atravesando otro pequeño barranquillo para, posteriormente, seguir llaneando por esta senda, siempre en dirección oeste. Luego giramos hacia el sur y comenzamos a descender hasta conectar con una pista hormigonada que se inicia en una bonita vivienda de turismo rural (La Palmita).

En breve, enlazamos con otra vía, ésta asfaltada, en donde giramos a la derecha. Antes de llegar a las últimas casas de tejado a dos aguas, se abandona esta carretera por un sendero empedrado que se localiza a nuestra izquierda y que atraviesa terrazas de cultivo. Llegamos a una pista hormigonada; bajando por ella, giramos a la derecha para pasar bajo una latada de parras, en donde volvemos a tomar nuevamente a la izquierda por un camino también hormigonado, que desciende entre muros y casas, hasta alcanzar la carretera asfaltada que cruza el centro del barrio de La Culata. Aquí, si lo deseamos, podemos realizar una parada para comer en alguno de los dos bares en los que son típicos la carne de cabra, la de cochino, las papas arrugadas y el queso.

Tramo 2: La Culata - Tejeda

Continuamos por la carretera (dirección norte) hasta, en aproximadamente un kilómetro y en una curva pronunciada hacia la derecha, justo a la izquierda de la vía, encontrar dos carteles que señalan el nuevo sendero que desciende por el barranco hasta Tejeda.

Empedrado al principio, iniciamos por él la bajada -no tomamos la desviación de camino a la derecha- para, llegados a una pista hormigonada, descender unos 30 metros y volver a coger otra senda que, a la derecha de nuestra marcha, continúa bajando.

Al llegar a un llano, una nueva indicación (cartel) nos dirige hacia un camino que ahora se halla a la izquierda. Al encontrarnos con una tubería de mampostería, giramos a la izquierda -un cartel indica que debemos seguir descendiendo- y pasamos junto a un viejo moral. Unos metros más adelante, cruzamos el barranco y continuamos por un sendero que, junto a un muro de piedra seca, casi paralelo al cauce, enlaza con una pista de tierra.

Debemos mantenernos a la derecha, hasta encontrar a la izquierda un gran muro de piedra que cierra una finca - a pocos metros vemos de nuevo la conexión del camino que une la Cruz de Timagada con Tejeda sin tener que pasar por La Culata-. Proseguimos hacia Tejeda cruzando de nuevo el cauce del barranco hasta la carretera (Km 3GC-60). Desde aquí, y por esta vía a la derecha de nuestra marcha, en un kilómetro aproximadamente, entramos en el casco de Tejeda.

Información adicional de la ruta

Los alisios y el rebose del mar de nubes

Canarias se halla bajo los efectos casi constantes de los alisios, vientos que tienen su origen en el anticiclón de las Azores y que, con una dirección de nornoreste a este-noreste, llegan a las islas cargados de humedad tras su recorrido sobre el océano.

Su encuentro con la orografía insular provoca la condensación de millones de gotitas que transportan estos vientos; a la vez, el obstáculo que suponen las islas obliga a esta humedad a ascender por el relieve para seguir desplazándose, hasta que en su elevación se topa con una capa de aire cálido y seco (una inversión térmica) que se sitúa en torno a los 1.500 metros de altitud -esta altura depende de la época del año- y que actúa a modo de tapadera e interrumpe el desarrollo vertical de la nubosidad impidiendo, por tanto, la precipitación. Estos dos factores: relieve e inversión térmica, unidos a una capa inferior del alisio más turbulenta, generan el conocido "mar de nubes", típico de las vertientes de barlovento (noreste) de las islas de mayor altitud. Este mar de nubes provoca la denominada "lluvia horizontal", una condensación de niebla que humedece constantemente la superficie del terreno y que favorece una frondosa y peculiar vegetación.

Cuando el mar de nubes encuentra una línea de paso por encima del relieve para seguir con su desplazamiento, el frente de dicha masa nubosa rebosa al sotavento de las islas, descendiendo por las laderas y riscos, y evaporándose sin remedio al haber mayor temperatura en las cotas más bajas -efecto Föhn-; es la cascada de nubes que hace visible la línea divisoria entre barlovento y sotavento en cada isla.

El tomillo (Género Micromeria)

Entre los tomillos del género Micromeria existen en Canarias, en general, y en Gran Canaria, en particular, algunos endemismos. Esta pequeña planta es abundante en casi toda la isla de Gran Canaria, colonizando -según la especie- ámbitos determinados. En esta zona central de la isla, y muchas veces asociada al pinar, se pueden observar en mayor o en menor medida algunas especies concretas, como la Micromeria lanata, poco frecuente; la Micromeria benthamii, muy común en este ámbito de Tejeda, especialmente en lugares rocosos descubiertos, o la Micromeria varia.

Etimológicamente, el nombre genérico que deriva de "micros" significa "pequeño" y "meros", que significa "partes", hace referencia al pequeño tamaño de las partes de estas plantas.

Este pequeño arbusto aromático presenta pequeñas hojas y flores, éstas de tonalidad rosada o violácea, que poseen grandes propiedades antisépticas, especialmente indicadas contra las infecciones bacterianas. Una tisana elaborada con sus hojas frescas se puede usar como enjuague y para hacer desinfecciones en gargantas irritadas, úlceras bucales y halitosis. Además, una cataplasma con sus hojas se ha usado siempre en estos ámbitos para aliviar los síntomas de las picaduras de abejas y avispas.

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