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Inicio >> Vega de San Mateo >> Cueva Grande - Los Manantiales - Cueva Grande (Ruta nº03)
Ruta 01: Siete Fuentes - San Mateo

Cueva Grande - Los Manantiales - Cueva Grande

CARACTERIZACIÓN GENERAL.Esta zona se caracteriza por las infraestructuras de recogida del agua que alberga, particularmente originales en Gran Canaria, y que están representadas por los estanques en cuevas y por los aprovechamientos de las madres del agua o nacientes. Estos últimos se dirigían hacia las zonas de costa, donde se concentraban las mayores densidades de población de la isla y se localizaban los principales cultivos de exportación -plátanos y tomates-.

Nos encontramos en un lugar de composición casi exclusiva de material Roque Nublo, sobre todo aglomerado, aunque también, entre las distintas coladas y fases de esta erupción, se formaron capas de suelo que luego fueron compactadas, al mismo tiempo que quemadas por coladas posteriores, conformando los denominados paleosuelos o almagres. Estos cuentan con una gran importancia en la captación de agua, pues en cuanto que comprimidos, se han vuelto impermeables y, por lo tanto, el agua que atraviesa las fisuras del complejo Roque Nublo, al llegar a la altura de estos suelos antiguos no encuentra posibilidad alguna de seguirse filtrando, por lo que tiende a salir a la superficie por la zona de contacto entre esta capa de paleosuelo y la colada superior, conformando las llamadas madres del agua o nacientes. De esta manera, el agua que rezuma la roca se aprovecha, siendo primero recogida en un estanque y, con posterioridad, trasladada hasta los destinos habituales de consumo mediante canales y acequias.

La abundancia de retamas, codesos y escobones, constituyen la razón de que la ganadería tradicional de pastoreo, aunque también la estabulada, adquiriera tanta importancia en estos lugares. De ello dan buena muestra la gran cantidad de alpendres y de corrales presentes en la zona, actualmente abandonados.

El bosque de pinar que se aprecia a lo largo de esta ruta es, en su mayoría, de repoblación. Castaños, nogales y algunos álamos blancos acompañan a estas coníferas, pero la vegetación que destaca es fundamentalmente el retamar-codesar. Este matorral se encuentra en fase expansiva tras el abandono de muchos de los bancales, sobre todo de aquellos más alejados de los núcleos de población y de más difícil acceso, como ocurre en el caso concreto de esta zona de Los Manantiales.

El frío y las bajas temperaturas del invierno aportan una visión peculiar de este pago. El mar de nubes cubre durante esta estación, de manera casi permanente, el barrio de Cueva Grande, mientras que sobre él puede contemplarse una grandiosa alfombra de algodón (manto de nubes del alisio) que despierta mil y una sensaciones.

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Plano del camino

(Pulse sobre el plano para ampliar) Plano del camino

Perfil del camino

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Descripción del camino

Cueva Grande - Los Manantiales - Cueva Grande

La descripción de este sendero se la dedicamos a don Estebita González, vecino de Cueva Grande, pues su ayuda nos permitió conocer mejor la zona en general y este camino en particular.

Nos encontramos en un sendero circular, es decir, que sale de Cueva Grande y que regresa al mismo lugar. La primera parte hasta Los Manantiales es ascendente, con algunos leves descensos; mientras que la vuelta se realiza por el mismo camino, pero en bajada. Este paseo nos ofrece algunas de las infraestructuras hidráulicas más interesantes de la cumbre de la isla de Gran Canaria, como estanques excavados en el almagre, galerías y conducciones de agua (canales, acequias, etc.).

El itinerario se inicia en el barrio de Cueva Grande, concretamente en la curva donde se ubica la antigua escuela unitaria, hoy convertida en Asociación de Vecinos. Dejamos la carretera principal, justo por la pista que sube junto a la escuela, y nos dirigimos hacia la iglesia de San Juan Bautista. Frente a su fachada, comienza un sendero de tierra. Ascendemos por este camino de tierra unos pocos metros hasta llegar a una pista de cemento, paralela al Barranco del Burro, que permanece siempre a nuestra derecha. La pista nos conduce hasta una curva de la carretera general, por encima del km 3 de la GC-600.

Cruzamos la mencionada vía y tomamos la vereda que encontramos enfrente (foto inferior). Este camino era habitualmente utilizado por los habitantes de la zona para bajar con los animales desde la cumbre hacia Cueva Grande y San Mateo. Se observan en esta vía una serie de curvas por las que pasaba el ganado, mientras que la gente aprovechaba los atajos más estrechos y en línea recta. Nunca debemos salirnos del camino general, el de las curvas, dado que es éste el que nos dirige sin pérdida a Los Manantiales.

Al poco de comenzar a ascender por esta vereda se localiza un chalet. Esta senda nos conduce hacia la Degollada Blanca. A ambos lados del camino observamos retamas y codesos, así como abundante salvia morisca y salvia blanca. Al llegar a la Degollada Blanca, gozamos de unas excelentes vistas de la zona de Cueva Grande y de La Siberia hacia el norte.

Tras pasar por la Degollada Blanca nos en- caminamos en dirección a La Calderetilla. Al volver la vista atrás, obtenemos una buena perspectiva de la zona, si el mar de nubes nos lo permite. Una vez atravesada La Calderetilla, nos dirigimos hacia Los Manantiales y, durante el trayecto, pasamos por debajo de varios bancales o cadenas de cultivo. En esta ocasión, debemos continuar por el sendero de la izquierda, pues el de la derecha nos conduce al Corral de los Juncos, por Montaña de La Arena.

Dentro de la zona de La Calderetilla, encontramos junto al camino una serie de pilones, colocados por los ingleses que, en el siglo XIX, compraron estas tierras con la finalidad de obtener agua para el regadío de los cultivos costeros. Estos terrenos, antiguamente británicos, en la actualidad pertenecen al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el aprovechamiento del agua de la zona corresponde a EMALSA(1). Abundantes gamonas y morgallanas se hacen presentes junto a los castaños, pinos y eucaliptos que se plantaron hace unos 50 años.

Seguimos por el sendero de tierra y cruzamos varios bancales o cadenas que antaño se destinaron al cultivo de cereales, leguminosas, frutales (manzanas, castañas, nueces, perales, etc.) y papas. Entre los bancales, y ya en la parte superior, a la derecha de nuestra marcha, algo camuflada, encontramos la casa que perteneció a Manolito Quintana, quien fuera vecino y agricultor de la zona.

A partir de ahora, observamos los primeros estanques-cueva que recogían el agua de Los Manantiales. Este preciado líquido se utilizaba tanto para el riego como para abrevar a los animales, no así para el consumo humano. Tras pasar por un enorme castaño, entramos en la zona denominada el Llano Blanco y seguimos por el camino de la izquierda, que desciende ligeramente, -el de la derecha conduce hacia la Hoya del Salao-. Por el camino de la izquierda, llegamos a La Veguerilla, un lugar de pinos canarios de repoblación plantados en su momento por el Ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria, titular de los terrenos. Mirando hacia la cumbre, en dirección sur, observamos el Roque Redondo.

Tomamos, a continuación, una senda estrecha con abundante pinocha, en la que hay que extremar las precauciones para no resbalar. Al llegar al lecho del Barranquillo de Los Manantiales, subimos por su flanco izquierdo. Se observan una tubería negra y un canal de agua tapado. Tras un breve ascenso, llegamos a Los Manantiales, donde encontramos un estanque de cal que, en su parte alta, dispone de un canal para el agua de escorrentía y de varias aberturas en la pared del almagre que facilitan el drenaje del agua. En esta zona se ha de tener especial cuidado con la planta del ortigón macho, cuyo roce con la piel ocasiona una desagradable y duradera picazón.

Se desciende por el mismo camino. Al llegar de nuevo al fondo del barranco, seguimos por la senda que sube hasta El Llanito, donde vemos un alpendre abandonado. Enfrente, hacia la cumbre, observamos el Roque Redondo y, tras él, el Roque Margarita. En esta zona se inicia la senda que conduce hasta Camaretas, una ruta distinta de la que nos ocupa. Tras contemplar el paisaje, regresamos por el mismo sendero por el que hemos subido, hasta llegar al barrio de Cueva Grande, donde finaliza esta ruta.

(1) Para más información, consultar el libro de ENCARNA GALVÁN GONZÁLEZ (1996): El Abastecimiento de Agua Potable a Las Palmas de Gran Canaria. 1800-1946. Consejo Insular de Aguas. Las Palmas de Gran Canaria.

Información adicional de la ruta

Vegetación de alta montaña: el retamar-codesar

Se trata de un endemismo canario. Arbusto que puede alcanzar hasta cuatro metros de altura, frecuente en los pinares de las islas más occidentales, incluida Gran Canaria. Se localiza especialmente en las zonas más húmedas del norte insular. Es una especie muy invasiva, adaptada a duras condiciones. Presenta flores amarillas con un cáliz sin glándulas y el pétalo estandarte es seríceo, con hojas glandulares y jóvenes vainas. Su periodo de floración va desde el final del invierno hasta la mitad del verano.

Esta especie es un claro bioindicador de la mayor o menor abundancia de ganado bovino. Se aprovecha de forma tradicional por los ganaderos insulares como forraje y cama para el ganado, originando un estiércol de primera calidad.

Elaboración de zurrones tradicionales

El zurrón era un elemento fundamental en la vida de los pastores insulares, pues en él se elaboraba la pella de gofio, bien con leche o con agua, e incluso en ocasiones con caldo. Al gofio se le añadía a veces queso o frutos secos (almendras, pasas, etc.). También, servía para llevar otros alimentos (el conduto).

La confección de los zurrones dio lugar a un oficio casi extinguido en la actualidad, el de zurronero. Las herramientas necesarias para realizar un zurrón son: el cuero del cabrito o baifo de menos de un año (lo ideal es que el baifo tenga entre quince días y un mes), la sal para curtirlo, el suero e incienso moro, el cuchillo canario para cortar el cuero, la lezna, un recipiente hondo, la paleta de madera y el palo.

La elaboración de un zurrón se realiza de la siguiente manera:

1.- Se obtiene la piel una vez sacrificado el animal -se solía cortar lo más arriba posible para aprovechar una abertura amplia del zurrón.

2.- Se introduce aire por medio de una caña para separar la piel del resto del animal, y se empieza a desollar del rabo hacia el cogote (cuello), sin rajar nunca la parte de la barriga.

3.- Se añade la sal y se deja curtir durante una semana o dos.

4.- Se desprende el palo y se sacude la sal de la piel. A continuación, se realiza el despelleje del pelo sin estropear la piel, con ayuda de hojillas. Después, se sumerge en leche y se deja así durante un día completo (24 horas). Tras sacarlo de la leche, con la paleta se alisa la piel para que quede más suave y blanco.

5.- El paso siguiente es el secado de la piel, para lo que ésta se guarda en una zona fresca, seca y cerrada para que no desprenda mal olor, espolvoreándola con gofio para evitar humedades internas.

El botijero o cajero, especie de mochila, es un zurrón de mayor tamaño, hecho con la piel de la cabra adulta.

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