Villa de Santa Brigida

LA CARTA QUE RECIBIÓ FELIPE III DESDE TASAUTEJO

El 29 de junio de 1599, la Real Audiencia de Canarias envía una carta al rey relatando los dramáticos sucesos que sacuden la isla de Gran Canaria. El Ayuntamiento de Santa Brígida recupera el documento más valioso sobre la Batalla del Batán, gracias al cual hoy podemos entender la magnitud del asalto y la heroica resistencia del pueblo canario.

En la madrugada del 26 de junio de 1599, una flota de 73 buques de guerra, la más potente que jamás se había visto en las costas de Canarias, se acerca a la ciudad de Las Palmas, de apenas 5.000 habitantes. Más de 12.000 hombres al mando del almirante holandés Pieter van der Does desembarcan en la bahía del puerto de las Isletas en lo que pretendía ser el principio de la invasión de Gran Canaria y, a partir de ella, de las seis islas restantes.

Desde la Hacienda de Tasautejo, los miembros de la Real Audiencia de Canarias relataron en una carta al rey Felipe III los dramáticos sucesos que sacudieron la isla durante aquellos días. La misiva, fechada el 29 de junio de 1599, constituye hoy uno de los documentos más valiosos sobre la Batalla del Batán, un episodio olvidado pero crucial en la historia de las Islas Canarias.

Un patrimonio recuperado

Los oidores de la Audiencia —el Dr. Asín, Hernando de la Mota, Gaspar de Bedoya y Diego de Valladolid— dejaron constancia de todo en una carta dirigida al rey Felipe III. Gracias a este documento, que se encuentra en el Archivo General de Simancas, dependiente del Ministerio de Cultura, hoy podemos entender la magnitud del asalto y la heroica resistencia del pueblo canario.

El Ayuntamiento de la Villa de Santa Brígida, a través de la Concejalía de Cultura, solicitó una copia digitalizada que devuelve a la memoria colectiva un episodio que marcó el destino de Gran Canaria.

 Transcripción completa

 ‘Carta de los Oidores de la isla al Rey Felipe III desde la Hacienda de Tasautejo, 29 de junio de 1599’, transcripción de Pedro Quintana Andrés.

Habíase como sábado, al amanecer, el 26 de junio, parecido la armada del enemigo en el puerto de aquella isla y lo que se hizo. Y la defensa que le hicieron los de la isla hasta que se entró en la ciudad, que todo ocurrió en los plazos que (aquí) está escrito y tiene lo subcedido hasta 29. Y dan cuenta como los vecinos, al mejor tiempo, desempanran y se fueron a la desfilada cada uno, a recoger sus mujeres y hacienda.

Señor,

el Sábado 26 deste, al amanecer se descubrió la armada de Olanda y Zelanda, onde que el general Pierre Van der Does, con setenta y tres velas de ellas muy gruesas, venía a posar al puerto de Las Isletas. Surgió con viento y nueve del mismo día atacó el fuerte que en la entrada hay, que se llama de Santa Catalina, con gente de su armada y artillería, que estaban plantados en playa. Muchas de las veces hizo tres asaltos en el dicho fuerte. El primero no pudo salir con él porque los que estaban en él lo defendieron bien. Y viendo que no podía salir con él, comenzaron a poner más artillería en las playas y ensenadas cerca del fuerte que hay en la playa del Confital, y después del mediodía dieron tan gruesa artillería que desbarataron los muros y murallas, y mataron y hirieron gran parte de la gente que en él estaba; por manera que el gobernador Don Alonso de Alvarado, viendo el riesgo que se ofrecía, mandó retirar la artillería, y los demás se recogieron a caballo al lugar de San Francisco y al monte. El enemigo entró luego y se metió por la ciudad por la parte de la marina, y robó y saqueó cuanto halló, aunque muchos vecinos se habían recogido con mujeres y hacienda en los montes. Y lo que se halló fue pan, vino, aceite, ropa, caballos y mulas, y las casas quemó, y otras no, porque le servían de cuarteles, y se alojó en ellas. Y comenzaron a deshacer los templos, y quitaron los ornamentos, cálices, y otras cosas de las iglesias. Y entró un día en la iglesia de Santo Domingo y sacó las sillas del coro, y las hizo leña para cocinar, y otro tanto en las demás iglesias.

 De allí, el domingo 27, comenzaron a andar por la vega y lugares comarcanos, robando ganados y tomando presos a algunos que no se habían retirado. Y el lunes siguiente, con toda la artillería que traían de mar y de tierra, bajaron al llano de Vegueta, y se hicieron fuertes junto a la huerta de Don Cristóbal de Cárdenas, donde tenían la artillería, y desde allí tiraron al fuerte de San Francisco. El dicho fuerte, como estaba sin gente y sin municiones, no pudieron los suyos resistirles, y se recogieron a los montes. El dicho general Pierre Van der Does, en esto, se fue a la vega y al barranco de Guiniguada, y se alojó con toda su gente en la hacienda de San Antonio y en la casa de la Carnicería, y mandó deshacer el convento de San Francisco, y los altares, y otras partes, y en él se alojó con su gente. El martes comenzaron a subir por los montes y lugares, y asolar las haciendas y casas, y robar cuanto hallaban, y hacer muy grandes daños. Y al miércoles 29 comenzó la gente de la tierra a descolgarse de los montes, y dieron sobre el enemigo, y pelearon con ellos en el barranco de Guiniguada, y les mataron muchos hombres, y los demás se retiraron con mucha pérdida a su armada.

En esto comenzaron a retirarse, y dieron fuego a la ciudad, y quemaron cuanto pudieron, y deshicieron iglesias y casas. La tierra quedó muy lastimada y empobrecida, y aún no se sabe bien cuántos fueron los daños, que van siendo muchos. Y el enemigo se embarcó el dicho día 29 de junio, y se fue con dirección a la isla de la Palma.

 

Dr. Asín, Hernando de la Mota, Gaspar de Bedoya y Diego de Valladolid

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