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Inicio >> Valsequillo >> Picogorra - Tenteniguada (Ruta nº19)
Ruta 19: Picogorra - Tenteniguada

Picogorra - Tenteniguada

CARACTERIZACIÓN GENERAL. Descubrir el centro y este de Gran Canaria a través de este sendero es todo un placer. Partiendo desde la cumbre de la isla (Pico de La Gorra) hasta llegar a las húmedas medianías, se observa un paisaje lleno de contrastes y matices que hacen de esta ruta un deleite constante para nuestros ojos.

Este entorno natural está enclavado en dos espacios naturales protegidos: el Paisaje Protegido de Las Cumbres y la Reserva Natural Especial de Los Marteles.

Dos grandes formaciones geomorfológicas coronan los primeros tramos del recorrido. Hablamos de la Calderilla Chica y de la Caldera de Los Marteles, esta última de mayor envergadura y profundidad. Ambos aparatos volcánicos de origen freatomagmático, deben su peculiar morfología a su particular formación. Al entrar en contacto las frías aguas de los barrancos cercanos con la ardiente cámara magmática, se sucedieron violentas erupciones, cuyas huellas se contemplan en estos dos cráteres.

La presencia de pinos canarios (Pinus canariensis) en los primeros tramos del camino, refleja la intensa labor de repoblación llevada a cabo por el Cabildo de Gran Canaria desde mediados del siglo pasado. El sotobosque, compuesto principalmente por retama amarilla (Teline microphylla), salpica de colorido nuestro andar durante la primavera y el verano.

Es ideal tomar un descanso en el fondo de la Caldera de los Marteles, que guarda el encanto de sus tierras fértiles, labradas hasta no hace mucho tiempo por los pocos agricultores que aún han querido mantener su vivienda principal en este emblemático lugar.

Son impresionantes las distintas panorámicas del Roque Grande, del Roque del Pino y de los Picachos a medida que se desciende por la Caldera de Tenteniguada, la cual describe un amplio semicírculo abierto al noreste. La erosión ha tallado estas elegantes estructuras geológicas que apuntan al cielo, desafiantes al paso del tiempo. Estos pitones volcánicos del plioceno coronan el húmedo valle de Tenteniguada, frontera meridional del antiguo bosque de laurisilva. La influencia del alisio, entre otros condicionantes climáticos, hace de ésta una de las zonas más lluviosas de la isla, registrándose valores que llegan a superar los 1.000 mm anuales. En contrapartida, en verano, el calor hace acto de presencia, con elevados registros termométricos.

El antropizado espacio, en el que los bancales ocupan hasta los más insólitos rincones de las escarpadas paredes de la caldera, ha relegado la vegetación natural a las partes más altas y a los propios bancales abandonados, que han sido colonizados predominantemente por matorral de retama, escobón, codeso y por el inconfundible tajinaste azul (Echium callithyrsum), verdadero talismán de la naturaleza.

Este camino fue durante muchos años una de las principales vías de comunicación entre los habitantes de la cumbre y Valsequillo. Pastores y lugareños utilizaban esta vereda para ir a comprar mercancías, alimentos o utensilios a los núcleos de El Rincón, y sobre todo, a Tenteniguada. La importancia etnográfica de la ruta se manifiesta mediante la presencia de distintas infraestructuras agrícolas a lo largo del recorrido. Eras, goros, viviendas tradicionales, corrales para el ganado y cuevas salpican el paisaje que vamos descubriendo. Las cuevas de El Salviar, habitadas durante muchos años por pastores, cuyos descendientes viven hoy en día en El Rincón, son un claro ejemplo del aislamiento que suponía el hecho de vivir lejos de los núcleos rurales más próximos. Algunos viejos del lugar recuerdan algún que otro entierro que bajaba por estas laderas al amparo del Roque Grande, para dar sepultura al difunto en el cementerio de Valsequillo. Una vez que llegaban a Tenteniguada seguían el camino que, por el barranco, les llevaba hasta la cabecera municipal y, desde ahí, al campo santo.

Ya en las faldas de la Caldera de Tenteniguada, finalizando el último tramo, nos encontramos con el pintoresco barrio de El Rincón. Su disperso poblamiento muestra una estructura agrícola propia de las medianías de Gran Canaria, con las viviendas adosadas a las fincas de cultivo. La calidad del agua de riego y el constante trabajo del campesino, que mima esta tierra como su más valioso tesoro, hacen de las hortalizas y de las papas de la zona "de las más ricas", según sus lugareños. Así que, si tenemos la posibilidad, no hemos de dudar en adquirir alguno de estos productos.

Las guindas del lugar son muy famosas, ya que es en esta zona donde mejor se dan, por lo que durante la primera quincena del mes de julio, se celebra la fiesta de La Guinda.

El de la orfebrería es uno de los oficios artesanales que se mantienen en Tenteniguada - El Rincón.

Asimismo, podemos adquirir en la zona rico queso artesanal de cabra o tarta de requesón procedente de este mismo animal. De una cota de 1.900 metros en el Pico de La Gorra, llegamos a 800 metros en Tenteniguada, por lo que en muchos tramos la pendiente es bastante acusada. Se recomienda realizar el último tramo, en el que el desnivel es mayor, detenidamente, con los pies afianzados y con las botas bien ajustadas, ya que el firme es de picón y puede resultar resbaladizo.

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Plano del camino

(Pulse sobre el plano para ampliar) Plano del camino

Perfil del camino

(Pulse sobre el plano para ampliar) Perfil del camino
Descripción del camino

Tramo 1: Pico de La Gorra - Calderilla Chica

Tomamos como referencia para llegar al punto de partida la base militar conocida como Los Pechos; se recomienda acceder por la vía 18-3 Telde-Los Pechos y, una vez en este enclave, tomar la carretera que conduce al Pico de La Gorra. En el apartadero de la misma, debemos dejar el coche e iniciar el camino a pie por una pista de tierra que comienza con dirección sureste, discurriendo entre pinos (Pinus canariensis) y matorral de retamas amarillas (Teline microphyla), por camino ancho en sus primeros metros.

Tras la primera curva cerrada, a la derecha, aparece hacia el noroeste una vereda bien señalizada por un mojón. Cruzando un pequeño barranquillo, ascendemos por una pendiente suave, bordeando pinos. Entrevemos, al fondo, la pista que nos conducirá a la Calderilla Chica. El picón forma una alfombra bajo los pasos del caminante. Avanzamos unos metros, justo por encima de estratos piroclásticos que se presentan desmantelados por las actividades extractivas o por la propia erosión. Una piconera aparece a la derecha del camino con rumbo sur-sureste, 140º, ligada a esta extracción. A unos 600 metros desde el punto de partida, dirigiendo la mirada al noreste, apreciamos una espléndida panorámica de la Calderilla Chica.

Tramo 2: La Calderilla Chica - Caldera de Los Marteles

Continuamos el camino bordeando La Calderilla por su flanco sur, por una pista estrecha y despejada de vegetación, que primero desciende suave y luego con pendiente más pronunciada. De forma paralela, aparece a la derecha y encajada en el fondo de un barranquillo, la pista de tierra que tomaremos más adelante, justo en el cruce que señaliza el camino hacia Santa Lucía y La Calderilla, debiendo aquí avanzar con rumbo norte 355º. Continuamos a partir de esta intersección, sin abandonar el sendero, hasta llegar al punto en el que aparecen la carretera y una nueva pista con cadena que conduce a un pequeño conjunto de casas de marcada vinculación con las actividades agrícolas tradicionales, reconocibles por la presencia de diversas infraestructuras, como alpendres, una era y un goro.

Andamos, sin desviarnos, por dicha pista, aunque merece la pena salirse de ella en su curva más cerrada a la derecha y detenernos a observar, a la izquierda de la marcha, la casa-cueva que se mantiene como vestigio del poblamiento tradicional canario.

Retomamos el paso. A escasos metros aparece una veredilla estrecha que cruza el camino y que debemos obviar para seguir con dirección oeste. Acebuches (Olea europaea ssp. cerassiformis) y tabaibas amargas (Euphorbia obtusifolia) empiezan a dejarse ver a medida que avanzamos en dirección a la Caldera de Los Marteles, siendo también significativa la barranquera que constituye la cabecera del Barranco de Guayadeque, con trazado prácticamente paralelo al camino en esta franja. Dejamos atrás un conjunto de casas emplazadas en un rellano de la cabecera -ahora más profunda apareciendo, a pocos metros, la Caldera de Los Marteles. Desde el borde meridional de ésta, al que venimos a salir, podemos optar por descender hacia el fondo de la caldera, teniendo ya a la vista las parcelas de cultivos abandonadas, o bien continuar hasta llegar al final del camino a través de su encuentro con la carretera. Se aconseja la primera alternativa para salvar el recorrido por asfalto y disfrutar así del entorno de la caldera, lugar de parada recomendado. Para descender al interior de la caldera bajamos por la desviación que aparece una vez pasada la cadena. Desde el fondo, justo al lado de un almendro (Prunus dulcis), parte una vereda que sube al borde norte de la caldera, que resulta algo confusa hasta llegar a una pequeña construcción en torno a un piteral (Agave americana), a partir de la cual el camino se ensancha y nos conduce, ahora sin pérdida, hasta la carretera.

Tramo 3: Caldera de Los Marteles - Era Blanca

Cruzamos esta vía que, desde la orilla septentrional de la Caldera de los Marteles baja hacia El Rincón de Tenteniguada. Aunque aparezcan dos pistas que conducen a El Rincón, seguimos por la más occidental, que desciende sinuosa desde la cabecera del Barranco de La Umbría. La que a unos 100 metros al este baja por Los Alfaques se tomará en la ruta 20 de esta guía. En esta zona, el risco rezuma la humedad que, por aporte del mar de nubes, se condensa en el sustrato y en la vegetación.

Atravesamos el cauce del Barranco de La Umbría, y continuamos en ligera subida hasta una zona llana, dejando atrás cuevas y pinos. Aparece a la derecha de la marcha una veredilla marcada por un mojón; descendemos una pendiente suave entre matorral denso de retamas, tabaibas y cerrajas (Sonchus acaulis).

Rebasamos un barranquillo, al pie de las Cuevas del Salviar -se aconseja evitar la vereda que sube a ellas-. Después de pasar junto a unos pinos, avanzamos por la ladera en dirección norte, ahora por un camino más estrecho y visiblemente acondicionado, dada la presencia de un muro de piedra que lo delimita. A partir de aquí, el recorrido ofrece las mejores panorámicas de Tenteniguada, de la vega de Valsequillo, así como del sector costero del noreste de la isla, desde Telde hasta Las Palmas de Gran Canaria. Terminamos el tramo junto a un gran monolito rocoso que atraviesa el sendero en esta zona correspondiente a la Degollada de la Era Blanca.

Tramo 4: Era Blanca - El Rincón

A pocos metros del inicio de este tramo, aparece un cruce con una veredilla a la izquierda; tomamos por el sendero en dirección noreste hasta llegar a un rellano y entrar en contacto con el pinar que se avistaba anteriormente, en paralelo al camino. Dejamos el pinar a la izquierda de la marcha y continuamos el zigzagueante descenso al pie de los grandes roques. El matorral cuenta a partir de ahora con la presencia de tajinastes azules (Echium callithyrsum) de gran porte.

Después de pasar en varios puntos por afluentes del Barranquillo de Quevedo, llaneamos hasta llegar a una zona donde el terreno se cubre de picón. Ascendemos escasos metros y retomamos el descenso en continuo serpenteo por el Lomo del Pleito hasta llegar a las primeras casas del poblado de El Rincón. A partir de ahora, pistas y carreteras vecinales de hormigón -a la izquierda- dejan a ambos lados viviendas y cultivos. Al llegar a un cruce que cuenta con un castañero centenario que nos sirve de referencia, debemos tomar la desviación a la derecha.

Desde este punto, el itinerario continúa hacia El Rincón, bajando por la calle El Roque. Durante la bajada, volvemos a disfrutar de una espléndida panorámica de la costa noreste de Gran Canaria; también, merece la pena mirar hacia atrás y contemplar la Caldera de Tenteniguada, por cuyos escarpes hemos ido descendiendo. Al llegar a El Rincón, hay posibilidad de continuar hasta el núcleo de Tenteniguada, siguiendo la carretera que baja hasta el centro del mismo.

Información adicional de la ruta

Cuevas del Salviar

Una cueva es una cavidad natural del terreno formada a través de un proceso geológico que implica una combinación de procesos químicos, fuerzas tectónicas e influencias atmosféricas. En Gran Canaria existen también muchas cavidades artificiales, es decir, cuevas creadas por la mano del hombre.

Las Cuevas del Salviar fueron utilizadas en la época prehistórica por los aborígenes canarios, aunque después de la conquista siguieron siendo empleadas, habiendo permanecido habitadas hasta los años 50 del pasado siglo. En la actualidad, ya no se aprovechan.

Se localizan en una ladera, zona de tránsito entre la cumbre y el barrio de Tenteniguada, utilizada desde antaño por pastores de cabras y ovejas. En la actualidad, y aún a pesar de su aparente abandono, presentan unas puertas metálicas que impiden el acceso a las mismas.

Caldera de Los Marteles

La Caldera de Los Marteles constituye una de las unidades geomorfológicas más singulares dentro del contexto insular. Es además un elemento volcánico que le concede a la Reserva Natural Especial de Los Marteles valores paisajísticos, ecológicos y científicos muy destacables, dada la escasez de volcanes recientes en la geografía insular y así como la propia espectacularidad del edificio. Su origen se remonta al ciclo eruptivo más reciente de la formación geológica de Gran Canaria, en concreto entre 12.000 y 15.000 años antes del presente. Queda incluida dentro de la alineación formada por la Calderilla y por algunos conos más situados al sureste de ambos. En este conjunto, aunque se presentan aparatos de morfologías muy diferentes, es común el hecho de que en su génesis ha participado el agua, al haber sido formados por episodios de volcanismo freatomagmático. En este tipo de erupciones se produce la interacción del magma con agua externa -en este caso procedente del acuífero-. Sucedió entonces que a la propia explosividad de la erupción, ya bastante potente al tratarse de un magma ácido con un grado de fragmentación previo considerable, se unió la energía liberada con la rápida evaporación del agua que se calienta tras entrar en contacto con el magma. La explosión resultante dio lugar a esta gran depresión de forma circular y fondo plano, que cuenta con unos 550 m de diámetro y paredes que se elevan un promedio de 80 m. A pesar de que actualmente no presenta usos activos, en el pasado las actividades tradicionales, agrícolas y ganaderas, tuvieron cabida en su fondo. De hecho fue explotada por parte de la ganadería transhumante y estabulada, y también se cultivaron en su terreno cereales y plantas forrajeras.

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